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Colombia
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Por: Ildebrando Arévalo Osorio. Historiador: “El deber del partido revolucionario no es renunciar a todos los compromisos, sino, a través de los compromisos – aún cuando sean inestables – permanecer fiel a sus principios, a su clase, a su misión revolucionaria y a educar a las masas populares para la victoria en la revolución”. 

Lenin, La enfermedad infantil del comunismo: el izquierdismo. 1920

Los opinólogos y los militantes de la izquierda con limitada formación y conciencia política dirán que los clásicos del marxismo están mandados a recoger, que las experiencias de la revolución mundial no aplican a Colombia y que los rudimentos de la ciencia política liberal constituyen lo posmoderno. Que lo in es hacer alianzas electorales con todos, probar suerte en la ruleta electoral. Ellos esperan repetir el fenómeno del 13 de marzo del año pasado, cuando inesperadamente el Pacto Histórico obtuvo 5 curules en la Cámara de representantes en el Valle.

Sin embargo, el marxismo como herramienta de análisis sigue siendo un paso adelante frente a las ideas habituales, alejadas de lo concreto, que es la síntesis de múltiples determinaciones, unidad de lo diverso y resultado, no punto de partida. Y, lo concreto será el punto de partida de las intuiciones y representaciones. Esto parece que lo olvidaron algunos dirigentes del PH y de sus organizaciones integrantes, entre ellas la UP y el PCC, instituciones históricas decanas de las luchas populares por la democracia.

El pensamiento de Lenin y Gramsci, es vigente y, aunado a los aportes de García Linera, Boaventura Sousa y otros, es valioso para analizar los resultados de marzo de 2022 y sus incidencias en el comportamiento de varios dirigentes, tanto veteranos como noveles. Fueron muchos los factores que condujeron a ese resultado. 

Algunos: el fenómeno Petro, la lista cerrada, la fuerza canalizada de los jóvenes de la Primera línea en el estallido social y su repercusión en la juventud y los movimientos sociales, la débil y torpe gobernabilidad de Duque, el tratamiento criminalizado de la protesta social, la indignación social con el gobierno en la postpandemia y lo inmediato de las elecciones, en las cuales se canalizaron la ira y la esperanza de franjas amplías de la población.

El izquierdismo de muchos dirigentes del PH se refleja en su desconcierto e incapacidad de leer el momento político para el diseño de la política de alianzas y en el pobre espectáculo de imponer, en diferentes municipios, Cali incluido, a excandidatos de partidos políticos desprestigiados; desprestigio que han construido por sus negociados de lo público, la corrupción a través de la contratación pública, el robo del dinero de la salud, de la infraestructura, de la capacitación ciudadana.  Se comete en el horizonte histórico a nivel local el mismo error de 1946 a nivel nacional, cuando la dirección del PCC prefirió apoyar a Gabriel Turbay, candidato oficial del Partido Liberal en contra de las demandas de sus bases que respaldaban la candidatura de Jorge Eliecer Gaitán. Errores garrafales.

Y los candidatos, que no se rechazan por provenir de esos partidos, sino por habar incurrido en sus prácticas y por traerlas a la coalición del PH: desplazamiento de electores, contratos firmados y no realizados e indebido desempeño del cargo público. Por ejemplo, ser secretario de Paz y Convivencia en el estallido social en Cali y no haber plantado cara al golpe de estado institucional de Zapateiro, cuando reemplazó la gobernabilidad del alcalde de Cali y la gobernadora del Valle y le dio tratamiento de guerra a la protesta social. No se conoce un solo documento de rechazo a la parainstitucionalidad del funcionario que tenía que velar por la Paz y la Convivencia.

Además, la llegada del presidente Petro al solio de Bolívar creó condiciones nuevas en la historia política del país. Se abrieron posibilidades para impulsar la democratización de la vida política, de utilizar de manera inteligente las contradicciones de líderes y bases de los partidos del centro y la derecha, sin poner en tela de juicio los principios de los partidos. Los aliados son temporales, inseguros y vacilantes y, deben estar alejados de la corrupción y el crimen. Las alianzas se hacen colocando límites, fortaleciendo la organización, no dividiéndola. La chequera para financiar las campañas no debe ser el criterio fundamental. El criterio se decanta por el objetivo de ampliar la democracia con maneras nuevas de hacer política y gobernar.

También es síntoma de la enfermedad infantil del comunismo la desconfianza de las dirigencias partidarias hacía sus bases. Faltó madurez para manejar la situación de desacuerdo con su planteamiento de alianzas. Ante las opiniones divergentes y advertencia del paso a dar y sus consecuencias, se optó por el abandono de los principios organizativos de la democracia y se recurrió al mecanismo fácil del autoritarismo. Se cerraron los mecanismos de diálogo, los dirigentes se transformaron en cúpula que decidía quien podía opinar, quien tenía el pensamiento correcto, a quien macartizar, a quien diferenciar de militante de no militante; desapareció el nexo político fuerte con los simpatizantes por décadas y su labor política con sectores de la sociedad, lanzaron por la borda toda su experiencia y su trabajo a favor de sus organizaciones, incluido el trabajo electoral.

El izquierdismo se guía por una ideología que tiene respuestas para todo y presta poca atención a la teoría social. Urge regresar a la educación permanente de la epistemología del análisis marxista que permita a los militantes desarrollar de manera permanente su praxis, de dominar la teoría de la praxis, para la praxis y desde la praxis. Así se evitará caer en el voluntarismo, en el burdo cálculo electoral y en la proyección errada de la acción política. 

Gramsci, Álvaro García Linera y Boaventura de Sosa, entre otros, han reflexionado en el siglo pasado y en el actual acerca de la táctica en las alianzas políticas. Reconocer la necesidad de la tolerancia y el conflicto en las alianzas con sectores medios y altos de los trabajadores campesinos e intelectuales, en donde haya coincidencia en el interés general y sectorial en el marco de lo institucional (reglas de juego, cultura política, valores). 

De Sousa (Trece cartas para la izquierda) ofrece valiosas reflexiones para la izquierda progresista que debuta en el dominio de porciones de poder político, entre ellas los errores de olvidar la constante reflexión política y reaccionar de manera defensiva a sucesos que perturban el ejercicio del poder. Ignorar esto es suicida para la izquierda por dos razones: 1) la derecha tiene a su disposición todos los intelectuales orgánicos del capital financiero (medios de comunicación incluidos), asociaciones empresariales, organismos multilaterales, los think tanks, los lobistas con datos e interpretaciones para acomodar a su favor la realidad y 2) las nuevas movilizaciones políticas se realizan sin referencia a la izquierda e incluso en oposición a ella. 

De Sousa afirma que la izquierda esta desprovista de instrumentos de reflexión abierto a los no militantes y hacia dentro, la reflexión sigue la línea de las facciones; duda que se esté haciendo esta reflexión y supone que una prueba de ello es la minimización y la tendencia ignorar las nuevas (y las viejas) militancias.


La UP y el PCC y su compromiso con el momento histórico

Errar humano es y torpe es no reaccionar. Las dos organizaciones no han renunciado a su riqueza teórica, a la experiencia de luchas políticas y sociales y a la riqueza de su democracia interna. Se tiene la valiosa experiencia de las alianzas con el gobierno de Alfonso López Pumarejo para impulsar la modernización política del país; de la Unión Patriótica en su irrupción política exitosa con las candidaturas a diferentes corporaciones públicas a nivel nacional, regional y local. El objetivo guía fue la del frente amplio, que aún están a tiempo de intentar implementar en las próximas elecciones de octubre. Es posible negociar acuerdos entre las diferentes corrientes de izquierda desde la flexibilidad de la negociación de candidaturas y la meta de fortalecer el PH, el respaldo al presidente Petro y la coincidencia en la defensa del interés general.

Se n aplaudiría la decisión de las direcciones del PCC y de la UP de convocar eventos colectivos (en plural) en horarios flexibles en semana por la noche y fin de semana por la tarde para discutir y proponer con audacia la línea de la praxis política. En la última década se tiene el libro de Negri y Hard (2004), Multitud, guerra y democracia, que ofrece indicios y caminos para poner en práctica. La multitud recientemente movilizada en Cali, el Valle y diferentes ciudades colombianas y su potencial democrático a partir de la capacidad que se demuestre como organizaciones políticas para reconfigurar el proceso electoral desde los procesos territoriales y sus contextos; ir más allá de los conciliábulos entre direcciones políticas con escasos militantes, dirigirse a la población desde abajo con sus problemas en lo urbano y lo rural.

 Abandonar la errada lectura que se van a obtener los votos del “efecto Petro” en las votaciones el Valle y Cali. En sus territorios se conoce poco o no se conoce a los candidatos a corporaciones públicas acordados en la sede caleña de la carrera 13 con calle 10. A estos o a los que se logren acordar en las listas finales que cobijen a todos los dispuestos a las  candidaturas unitarias de peso, que aprovechen el tiempo para ir a los territorios donde ha venido trabajando desde el estallido social en diferentes espacios sociales: la Juntanza Popular, los trabajadores informales, jóvenes y no jóvenes, las universidades y las propuestas educativas, los espacios culturales, las redes de comunicación popular, etc.

Hay que, con urgencia, elaborar la consigna que identifique y unifique la indignación política contra los políticos tradicionales y sus partidos por el saqueo de los recursos públicos del erario municipal y departamental, los dineros de la salud, de la infraestructura vial, de la educación, de las huertas de la seguridad alimentaria urbanas.

Es deprimente en Cali, la manera como a nombre del PH se plantean consignas similares a las de la derecha; disminuir los índices de homicidios y descongestionar el sur. Así no se podrá conmover y estremecer la conciencia de los habitantes del oriente y del occidente de los cerros, a los miles de jóvenes que se manifestaron y movilizaron por empleo y educación. No se les puede tratar de manera indolente por segunda vez por parte del anterior secretario de Convivencia y Paz. También hay que marcar diferencias con la derecha con las propuestas de combatir el autoritarismo social y político y la política pública de educabilidad democrática. El PH es un proyecto de la vida, por la democracia y la paz, identificado con lo nuevo; por lo tanto, diferenciado del viejo establecimiento. Todos los candidatos de la derecha coinciden en proponer    la mano dura, el autoritarismo e ignorar la cultura democrática.

La multitud popular con adecuada orientación política permitirá ampliar la democracia y romper las lealtades politiqueras. El caso contrario es la profundización de la antidemocracia, el autoritarismo, la corrupción y la violencia; es el fortalecimiento del orden clientelista de los repudiados caudillos que saquean la región y los territorios.

Que la encrucijada arriba descrita se defina a favor de la democracia, depende en gran manera de las decisiones y praxis de todos aquellos que coincidimos y militamos en los partidos de la vida y la esperanza.

Cali, 29 de agosto de 2023.